sábado, 18 de agosto de 2007

Ojos de amor.

Bajo la sombra del árbol más bello del parque se cobija la niña más inteligente de toda la ciudad, juego con su mejor amigo, que por lo demás sólo ella puede ver.
valentina es una personita de cuatro años, aparentemente igual que cualquier niño de cuatro; le encanta ir al parque a jugar, lleva su colección de muñecas que pone siempre bajo ese árbol, su favorito.
Ella y su "amigo" pasan tardes enteras jugando y conversando de sus temas en particular.
Mientras, la madre la observa desde un banco, llena de amor por ese ser tan maravilloso, tejiendo, bordando o leyendo. Le teje chalecos, le borda delantales y le lee libros pra ser mejor mamá.
Valentina es hija única de un joven matrimonio, Joaquín trabaja en un banco, tiene un buen puesto en su trabajo, lo que les da la ttranquilidad y estabilidad necesaria, para que Isidora no tenga que trabajar dedicándose de manera exclusiva al cuidado de su hija. Ella era feliz estando todo el día con Valentina, para nada extrañaba su trabajo.
Temuco es una bella ciudad para vivir y cumplía todas las expetativas de esta hermosa familia, pero la via como siempre no permite tanta felicidad junta y de manera constante.
El nacimiento de Valentina fue un acontecimiento familiar, la primera en todos los sentidos; primera hija, nieta y sobrina, por parte de Isidora. La familia de Joaquín era un punto aparte.
Abajo de ese árbol Valentina se sentía feliz con su amigo Acún, como ella solía nombrarlo. A Isidora le llamaba la atención la situación, pero no le preocupaba, porque par ella y el doctor era cosa de niños.
Esta pequeña niña nació a los siete meses de gestación, por lo que pasó un tiempo en una incubadora, en la UCI de una clínica, por eso ella siempre fue luchadora todas las enfermeras comentaban su fuerte carácter y fortaleza para recuperarse rápido.
Desde bebé fue especial, con su mirada profundamente dulce que enternecía a cualquiera que la mirara, la expresividad de su mirada era su mayor característica, de hecho quien la conocía lo comentaba.
Desde esa tarde su conversación con Acún fue distinta, Isidora pensó que Val, como le decían todos por cariño, había dejado de querer tener un amigo "imaginario" a su lado. Gran error, porque ese día Val sí dejó de hablar con Acún, su amigo, que realmente no era imaginario, sino su ángel de la guarda, y Valentina ahora más grande y sana, no necesitaba ver a Acún, para saber que siempre estaría a su lado.